Lavandula angustifolia

La Lavandula angustifolia es una de las plantas aromáticas y condimentarías más popular en el jardín mediterráneo. Estamos ante una vivaz de base leñosa que puede superar fácilmente el metro de altura y crear densas masas con una floración espectacular.

Esta planta, cuando es reproducida por semilla, posee una gruesa raíz pivotante que alcanza con facilidad los 40 centímetros de longitud. De ella, salen las secundarias arraigando firmemente al suelo. Aun así, a pesar de su rusticidad, sus raíces no soportan bien el exceso de humedad, pudriéndose si esta es elevada durante mucho tiempo.

La Lavandula angustifolia reproducida por esqueje posee notables ventajas sobre la reproducida por semilla: su selección genética nos proporciona ejemplares con características ornamentales más definidas y sus raíces, al crecer de forma superficial soporta mejor el exceso de humedad.

A la Lavandula angustifolia también se le llama Lavanda fina o Lavandula vera. Es una planta que florece durante gran parte del año, coincidiendo con las temperaturas más agradables. Cuando se cultiva para uso medicinal, las variedades utilizadas suelen florecer a principios de verano y se recolectan sus tallos florales durante los meses de Julio y Agosto.

Al ser una planta endémica de la región mediterránea occidental, es muy rústica en nuestro clima, soportando muy bien el frío y los terrenos pobres. Los suelos arcillosos y muy húmedos pueden ocasionarle problemas, sobre todo en verano.

La Lavandula angustifolia, en plena floración aporta al jardín un aroma inconfundible, potenciado tras una lluvia o si la movemos cuando pasamos al lado de ella. También es una planta melífera por lo que atrae a las abejas.

Es una planta muy polivalente. Si recolectamos los extremos de los tallos florales al principio de su floración, cuando se sequen podemos hacer muchas cosas con ellas, como por ejemplo:

    Meterlas en bolsitas para ponerlas en armarios, zapateros… ya que es un excelente anti-polillas.

    Realizar cajas de perfumes.

    Poniendo dos puñados de flor de lavanda en un recipiente lleno, mitad agua destilada mitad alcohol de 90º conseguiremos un desinfectante ecológico.

    Y si al preparado anterior, se añade un puñado de pétalos de rosa y un vaso de vinagre de sidra, obtendremos una loción suavizante para las manos.

    Con un puñado de flor de lavanda macerado durante 15 días en 1/4 de litro de aceite de oliva, obtendremos una buena loción contra las picaduras de insectos.

    Un emplasto junto con tomillo y romero alivia los esguinces…


Via .totenu.com

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