Siempre que hayamos sabido cuidarlas adecuadamente, claro está. Que nadie diga que el verano es época de plantas tristes y mustias: las bulbosas están aquí para demostrar lo contrario. Ejemplares como los gladiolos, los nardos, las azucenas, las begonias, las dalias… florecen en esta época, pero es también ahora cuando debemos saber ocuparnos de los bulbos en sí para que nos duren hasta el año siguiente.
La floración es espectacular, sí, y sin duda alegrará nuestro jardín y lo convertirá en algo digno de enseñar a las visitas. Pero cuando las flores se marchitan, debemos pensar en extraer el bulbo de la tierra y conservarlo como es debido. En primavera podremos volver a enterrarlo y el ciclo empezará de nuevo.
Recuperando el bulbo de la tierra
Para ello, es importante que quitemos todas las hojas resecas y lo saquemos de la tierra con mucho cuidado de no dañarlo. Lo dejaremos secar en un lugar sin humedad durante algunos días; cuando detectemos que ya está completamente seco, debemos rociarlo con un buen fungicida (podemos consultar en nuestra tienda de productos de jardín cuáles son los más indicados para los bulbos) y por último conservarlo envueltos en papel o en una caja de cartón. Es muy importante que estos bulbos se dejen en sitios frescos y secos hasta que regrese la primavera y con ella el momento de plantarlos otra vez.
Si queremos plantar el bulbo en una maceta y más tarde trasladarlo al jardín, una opción para las personas que viven en zonas con propensión a las heladas, podemos conservarlo dentro de la propia maceta en este tiempo, sin necesidad de envolverlo. Las épocas de plantación varían desde marzo hasta incluso los primeros días de junio; debemos consultar cuál es la más adecuada para cada especie.
Via .blogjardineria.com
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