Quizás el nombre de Edward James (1907-1984) no os suene de nada si no estáis dentro del mundo de la arquitectura… o quizás ni siquiera así haga sonar una campanilla en vuestra mente. James fue un poeta y escultor fascinado por el movimiento surrealista en el arte, siempre en busca de nuevos creadores que acoger bajo su mecenazgo; fue, de hecho, protector artístico de gente como Dalí, Picasso o Magritte. Pero él mismo buscaba la manera de crear su obra magna, de dejar su impronta en el mundo a través de la estética surreal. Y encontró la inspiración nada menos que en la selva mexicana de San Luis de Potosí.
Fascinado por la belleza de los parajes y una exuberancia que no había llegado a conocer en su Escocia natal, adquirió treinta hectáreas de terreno y creó un jardín poblado de todo tipo de creaciones escultóricas, cargadas de un simbolismo en ocasiones difícil de asimilar: escaleras que no llevan a ninguna parte, columnas que no sostienen nada, ruinas que se asemejan a los antiguos vestigios precolombinos de la zona. Los motivos recurrentes del arte surrealista, en otras palabras. James, no contento con ello, también introdujo animales de otras regiones, con los que convivió durante los años que pasó viviendo en Las Pozas, casi en soledad.
El legado tras la muerte de Edward James
El extravagante mecenas falleció en 1984. Podría pensarse que Las Pozas de Xilitla, su jardín de recreo personal, se desvanecería con él. Pero nada más lejos de la realidad: la naturaleza ha seguido creciendo virgen en torno a él, asimilándose a las construcciones de James, completando así su obra de manera espontánea. Hoy en día, se considera un lugar de obligada visita para quienes viajan a México y desean conocer parajes diferentes. El gobierno de San Luis de Potosí compró el jardín en 2007 y es el encargado actualmente de conservarlo y restaurarlo, llevando además a cabo una activa campaña para que se reconozca su valor artístico a nivel mundial.
Via blogjardineria.com
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