Arce de Noruega, un árbol magnífico para decorar el jardín


El género botánico de los arces comprende unas 160 especies de árboles y arbustos y todas ellas tienen un ”no se qué” muy especial que tanto gusta tener en los jardines. Tienen un valor ornamental tan alto que es muy difícil decidirse sólo por uno.

Y yo no soy una excepción. Si pudiera, tendría uno de cada, pero como me es imposible, me conformo con dártelos a conocer. Quizás tú sí puedas tener alguno, como el que te voy a presentar en esta ocasión: el Arce de Noruega.



Características del Arce de Noruega

Nuestro protagonista es una planta que impone: puede alcanzar una altura de hasta 30 metros, con un diámetro de copa de 10m, y si a eso le añadimos que crece rápido, puedes tener un árbol precioso que te va a dar buena sombra en poco tiempo. Es originario de Europa, pudiéndose encontrar en los Pirineos.

Su nombre científico es Acer platanoides, aunque se le conoce por los nombres comunes de Arce noruego, Acirón, Arce de Noruega, Arce de hoja de plátano, o Bordo de Noruega. Pertenece a la familia botánica Aceraceae, y sus hojas son caducas, opuestas, palmatífidas, de color verde excepto en otoño que se tiñen de amarillo.

Las flores brotan en primavera, antes de que lo hagan las hojas, y son de color amarillo. La semilla es una sámara glabra, la cual necesita pasar frío en invierno para poder germinar.

¿Cómo se cuida?

Lamentablemente, es un árbol que para tenerlo bonito es importante que se cultive en climas fríos, con temperaturas que ronden entre los -17ºC de mínima en invierno y los 25 máximo 30ºC en verano. Si vives en una zona con este clima, puedes proporcionarle estos cuidados:

    Ubicación: exterior, a pleno sol.
    Suelo: fresco, con buen drenaje y fértil.
    Riego: 3-4 veces por semana en verano, y cada 3-4 días el resto del año.
    Abonado: importante abonar en primavera y verano con abonos orgánicos, ya sean líquidos siguiendo las indicaciones especificadas en el envase, o en polvo echando una capa de 1 o 2cm de grosor una vez al mes.
    Poda: se puede podar en otoño o, mejor, a finales de invierno.
    Multiplicación: por semillas en otoño-invierno, por esquejes a finales de primavera o por injerto de yema a finales del verano.

Via jardineriaon.com

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